lunes, 9 de mayo de 2011

Arquitectos del caracter

Cada vez que nace un bebé sus padres se convierten en los arquitectos de su carácter. El niño está a la mereced de sus padres, no únicamente por su sustento, sino también por la formación de su carácter.

Hay buenos y malos arquitectos. Algunos son capaces de dibujar la fachada de un edificio. Ponen árboles y flores en el jardín y tiene un lindo aspecto. A su vez son negligentes en hacer planos del interior que incluyen todas las facilidades de gas, luz y teléfono. Resulta que es un edificio que no es muy servible. Así son los padres que fracasan en infundir carácter en sus hijos.

La razón por la cual muchos padres fracasan en infundir carácter en sus hijos es porque ellos mismos son débiles en este sentido. Es difícil dar algo a nuestros hijos que nosotros no tenemos. Nuestros hijos aprenden mucho de nuestro ejemplo. Por eso, para ser buenos arquitectos de carácter, tenemos que ser diligentes en añadir cada vez más carácter a nuestra vida. II Pedro 1:5-8 dice “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”. Un buen arquitecto tiene que aprovechar de las conferencias para estar al tanto con la nueva tecnología. Las virtudes son como la tecnología que ayuda a los padres a cumplir con su deber.

Si le digo a mi hijo: “Si te portas bien voy a comprarte un juguete antes de volver a casa”. Así mi hijo aprende a esperar y exigir el beneficio.No es malo comprar juguetes a nuestros hijos, pero no como un beneficio por portarse bien.

Proverbios 22:6 manda a los padres a instruir a los niños en su camino. Es su deber. Es lo que Dios pide de los padres. El mismo versículo dice que el resultado será que, cuando fuere viejo, no se apartará del camino. Los padres que se entregan al lujo de no disciplinar a sus hijos pagan caro más adelante cuando sus hijos se ponen rebeldes. El no respetar la autoridad es una gran falta de carácter. Es nuestro deber enseñar a nuestros hijos a obedecer, si fallamos en esto, nuestros hijos tendrán grandes dificultades en su vida. El consejo de Salomón a los padres es: “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (Proverbios 29:15, 17).

Debemos esforzarnos en tener un buen carácter. Siempre es provechoso. Nunca será una desventaja. A su vez, es la cosa mejor que podemos dar a nuestros hijos. Hay padres que pueden dejar a sus hijos una herencia que consiste de una fortuna de bienes materiales. Más afortunados son los que reciben de sus padres una herencia que consiste en un buen ejemplo de buen carácter que infundieron en ellos. Si esperamos a que sean grandes sera demasiado tarde. Los padres que dejan a sus hijos una herencia en bienes materiales no tienen el privilegio de ver como ellos disfrutaron de su herencia. Al contrario, los que dejan a sus hijos una herencia en buen carácter pueden ver a ellos disfrutándolo hasta el día de su muerte.

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