Mejor que mucho dinero o que toda posesión, a la luz de lo que vemos en la Biblia: esto es lo mejor que podemos dejar de herencia a nuestros hijos.
-Miles de cultos familiares compuestos del canto, la enseñanza y la oración
-Cientos de versículos bíblicos preservados en el corazón, puestos allí por medio de distintos métodos
-La dulzura de los tiempos al trabajar juntos en la obra de Dios
-Los recuerdos de haber sido criados en un hogar donde prevaleció un ambiente ungido por el Espíritu Santo
-Una gran cantidad de recuerdos de haber vivido vidas piadosas, de actividades santas y de un amor cordial.
-Multitudes de oraciones preservadas en copas de oro (véase Apocalipsis 5:8) hasta que sean derramadas después de nuestro fallecimiento
-La seguridad que nosotros los padres amábamos a Dios de todo corazón y que hemos logrado entrar al cielo, donde nuestros hijos también deben ir.